GRATITUD Y PLEGARIAS - C. P. ESTÉS


GRATITUD Y PLEGARIAS -

C. P. ESTÉS

Gracias a la vida que vivimos aprendí la lec­ción-ofrenda más dura de aceptar y también la más poderosa que conozco: el conocimiento, la certeza absoluta de que la vida se repite y se re-nueva por muchas veces que se la apuñale, se la despoje de todo, se la arroje al suelo, se la dañe y ridiculice, se la desprecie y se la mire por en-cima del hombro, se la torture o se la deje indefensa. (16)

Aprendí de mis seres queridos tantas cosas acerca del sepulcro, del enfrentamiento con los demonios y del renacimiento como las que he aprendido a lo largo de toda mi formación psi­coanalítica y de mis veinticinco años de práctica clínica. Sé que aquellos que han estado en cier­to modo y durante algún tiempo privados de la fe en la vida son en último extremo los que me­jor llegarán a comprender que el Edén se en­cuentra bajo el campo baldío, que la nueva se-milla se desplaza primero hacia los espacios vacíos y abiertos, incluso cuando ese espacio abierto sea un corazón afligido, una mente tor­turada o un espíritu quebrantado.

¿Qué son este fiel proceso espiritual y esta semilla que cae en terreno yermo y 10 vuelve fecundo? No tengo la pretensión de comprender su mecanismo de actuación. Pero sé que cualquier actividad a la que entreguemos nuestros días podría ser lo menos importante que haga­mos si no comprendemos al mismo tiempo que hay algo que permanece a la espera de que le abramos el camino, algo que está a nuestro la-do, algo que ama y espera a que preparemos el terreno apropiado para que manifieste su pre­sencia en toda su plenitud.

Estoy segura de que, mientras cuidemos con esmero de esta poderosa fuerza, aquello que parecía muerto ya no lo estará, lo que parecía perdido dejará de estarlo, lo que algunos consi­deraban imposible será claramente posible y cualquier terreno en barbecho estará simple-mente descansando... descansando y a la espera de que la bendita semilla sea venturosamente llevada por el viento."

Y lo será.

Plegaria

Niégate a caer.

Si no puedes negarte a caer, niégate a permanecer en el suelo,

eleva tu corazón hacia el cielo

y, como un mendigo hambriento, suplica que te lo llenen,

y te lo llenarán.

Puede que te empujen hacia abajo.

Puede que te impidan levantarte.

Pero nadie puede impedirte elevar tu corazón

hacia el cielo...

sólo tú.

Es justo en medio de la desdicha cuando muchas cosas se aclaran.

El que dice que nada bueno se ha conseguido con ello

es que aún no está prestando atención.

C. P. ESTÉS


Extracto del libro “El jardinero fiel”

Imagen de Gloria Lizano López

http://lamujersemilla.blogspot.com/

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