El estrés puede ser algo positivo si no se mantiene esta situación de estrés durante mucho tiempo, que es cuando puede llegar el agotamiento y los puntos negativos.Toda crisis supone un cambio brusco, lo que genera siempre una reacción de estrés que es la respuesta de nuestro organismo para intentar adaptarnos a la nueva situación. En contra de lo que la mayoría cree, el estrés es positivo, porque pone en marcha un complicado sistema que incluye aspectos tanto biológicos como psicológicos que nos permiten enfrentarnos con más garantías a las circunstancias adversas. Sólo cuando la situación de estrés se mantiene durante mucho tiempo, llega el agotamiento del sistema y las consecuencias nocivas. Por lo tanto, lo primero que hay que señalar es que, en un mundo tan cambiante como el que nos ha tocado vivir, las crisis son inevitables y lo es también que ellas generen ansiedad, incertidumbre y cierto grado de inseguridad. Ahora bien, hay personas que sólo ven en las crisis lo que tienen de amenazante, mientras que otras son capaces de ver también lo que tienen de ocasión para el crecimiento y el aprendizaje. Todos sabemos que el ser humano aprende a lo largo de su proceso vital mucho de las adversidades y que en ellas sale a la luz la virtud, entendida ésta literalmente, es decir la fuerza. Cuando una crisis se supera, solemos salir de ella fortalecidos.Los que mejor afrontan las crisis son aquellas personas que tienen entre sus rasgos de carácter la flexibilidad. Los rígidos son duros, pero frágiles. La flexibilidad supone una actitud de apertura y supone también saber relativizar los acontecimientos adversos. Creo, aunque se me acuse de relativista, que hay pocas cosas que realmente sean absolutas y definitivas. A veces ocurre que un revés en la vida, algo que es una pérdida, se convierte con el paso del tiempo en algo afortunado porque posibilitó el cambio.Conviene también no ser pesimista. Cuando la consecución de una cosa depende, al menos en parte, de uno mismo y pronostica que no va a suceder, que no va a lograrse, aumentan automáticamente las probabilidades de que no ocurra. Por el contrario, si algo depende en parte de nosotros y visualizamos que vamos a conseguirlo aumentan las posibilidades de éxito. Es como el saltador de altura con el listón a 2,30, que se concentra y mentalmente se ve superándolo. Si durante la concentración estuviera diciéndose: "Lo tiro, seguro que lo tiro, es imposible que lo salte", las probabilidades de lograrlo se reducirían casi por completo. A este fenómeno se conoce en Psicología como profecía autocumplidora. Una buena actitud ante esta crisis sería, pues, tener confianza en uno mismo y no llevar a cabo profecías negativas. La confianza es siempre mejor que lo contrario, desconfiar de todo y de todos. Además de confiar en uno mismo, debemos confiar también en otras personas y apoyarnos en ellas, pedir ayuda no es de débiles, sino de humildes, y la humildad nunca es debilidad sino fuerza y grandeza. Ojalá que pudiéramos conseguir una confianza como actitud básica en la vida, porque en eso consiste el optimismo.El miedo es libre, suele decirse, pero no sirve de nada para afrontar una crisis, cuando uno teme padecer padece ya lo que teme. Una estrategia siempre positiva es centrarse en lo que uno puede hacer en 'el aquí y ahora', y el miedo nos sitúa en una temporalidad de futuro y de un futuro amenazante que puede llegar a bloquear nuestras capacidades. Hay que estar muy alerta para evitar que nuestra mente se escape al futuro, lo hará probablemente muchas veces, pero otras tantas tendremos que centrarla en el presente. Esto no es imposible, es sólo difícil, porque exige constancia como todo lo que es valioso.En la sabiduría popular se suele decir que 'a mal tiempo, buena cara'. Se hace referencia así a la importancia que tiene el buen humor a la hora de enfrentar una situación adversa, complicada y difícil. El buen humor es algo maravilloso que además se irradia y se contagia, y puede aplicarse en cualquier momento u ocasión por muy trágica que sea. Oscar Wilde, que tuvo una vida terrible en la que sufrió lo indecible, no perdió nunca el sentido del humor y decía que la vida era una tragedia si se la observaba de cerca y una comedia si uno tomaba cierta perspectiva. Hoy sabemos que la risa libera endorfinas, que son unas sustancias cerebrales parecidas a los opiáceos y que nos aportan un estado de bienestar físico y psicológico. No se trata de que nos riamos de la crisis, sino que la afrontemos de la mejor forma posible. La vida es demasiado importante para tomársela en serio.
Comentarios
Publicar un comentario