Los hombres seguimos siendo educados en la erótica de la violación y en el sometimiento de personas, principalmente de las mujeres y de las infancias. El caos se incuba en las primeras aproximaciones al sexo y generalmente se inicia con pornografía, prostitución y abuso. Los códigos de masculinidad dominante son mayoritariamente violentos y replantear el cuerpo como espacio de placer, paz y equidad, habilita la construcción de un modelo erótico pleno y sano; Es decir, trascender este trauma trangeneracional que tanto nos daña y daña a todas las personas.
Te quiero compartir un recuerdo – cicatriz de un expaciente que ha dado autorización. Aquí está la narración de quien llamaremos “Juan” y su primera relación sexual:
Este es solo un ejemplo de una iniciación sexual habitual, casi siempre, desde el desconocimiento extremo y en situaciones de abuso (como receptores o perpetuadores), con confusión y violencia.
Con esto no quiero generalizar y decir que todas las iniciaciones sexuales sean traumáticas y en contextos insanos, pero a lo largo de más de una década de practica terapéutica y de acompañamiento, es muy usual encontrarme con historias como la de Juan.
El trauma se trasmite de generación en generación de manera automática por medio de costumbres esencialmente violentas. Estas costumbres (ritos de iniciación) son esenciales para el sostenimiento del modelo hegemónico de masculinidad; es parte medular de la fabricación en serie de hombres – machos.
Estas experiencias sexuales son típicas en de los hombres fuertes (los que no se permiten ser humanos completos y vulnerables), los Don Juanes, los feminicidas, asesinos y mutilados emocionales; como no sorprendernos de las dificultades de conexión sana, equitativa y dignificante.
Seguimos consumiendo pornografía llena de fantasías violentas, películas llenas de hombres machos y aún peor, eligiendo pagar por violar, que al final del día eso es la prostitución.
La prostitución es la forma más antigua de opresión, abuso, explotación y violencia hacia las mujeres. También es la máxima expresión de la desigualdad. Ningún hombre que realmente quiera a sus hijas desearía para ellas ese futuro.
La pornificación de la realidad la podemos ver como las ideas y conductas estereotipadas y violentas que surgen del porno y tienen una relación con el constructo de masculinidad/feminidad: placer con el sometimiento/sufrimiento de la otra persona, uso exclusivo de los genitales, enfoque en la intensidad, duración y descarga orgásmica. Todo esto limita nuestro placer y nos desensibliza tanto física como psicológicamente a la realidad.
Despornificar y dejar atrás el adiestramiento patriarcal es un punto clave para generar una relación amorosa y sana con el cuerpo y las otras personas. No se pueden habitar relaciones sexuales y afectivas plenas cuando se sostienen imaginarios pornopatriarcales, prostituyentes y violentos. Una de las tareas, sobre todo de nosotros los hombres, es exorcizar el cuerpo y la mente de la programación violenta de la pornografía y prostitución, para así integrar el gozo y júbilo de los cuerpos en equidad y conexión erótica.
*Puteros: Que tiene relaciones sexuales con prostitutas con mucha frecuencia.
Te comparto un episodio en donde trato algunas maneras para trabajarse el tema de porno y masculinidad:
Conoce HOMBRES DESPIERTOS
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